Dos propósitos animaron la convocatoria de Comfamiliar Risaralda al primer Concurso de Cuento Infantil Ilustrado, allá por 1994: estimular la innata creatividad de los niños para el dibujo y la escritura, y de paso contribuir a la integración de la comunidad educativa, entendida en un sentido más amplio, como agente transformador de la ciudad.

En esa ocasión, participaron veintiocho niños que con sus cuentos pusieron en marcha un proyecto que tres décadas después constituye un patrimonio colectivo, así como una expresión del objetivo institucional de contribuir al desarrollo integral de la comunidad, a través de acciones generadoras de valor público.